Breve introducción | PresentaciónHola! Me llamo Paula, aunque mi familia y amigos suelen llamarme Pau, tengo 39 años, soy nacida y criada en Gijón y, actualmente, residente en Terrassa. Soy administrativa de formación y profesión, pero también he trabajado en otros sectores, por ejemplo, en hostelería. Hace unos meses recibí el diagnóstico de autismo y, desde entonces, surfeo la ola del reconocimiento como neurodivergente siendo adulta. En tu caso, cuéntanos un poco sobre cómo y cuándo recibiste tu diagnóstico neurodivergente (2E: TEA-1+ACI). ¿Surgió alguna dificultad para conseguir el diagnóstico?Diría que mis dificultades para lidiar con el mundo empezaron a ser preocupantes cuando pasé de la vida estudiantil a la vida laboral porque, hasta ese momento, pese a haber crecido con la paradójica sensación de ser diferente a la mayoría de mis iguales, había disfrutado de unas afortunadas circunstancias que habían ayudado a que no percibiera esa diferencia como algo necesaria o únicamente negativo. Me explico, fui al mismo colegio desde 3º de Primaria hasta 4º de la ESO y tuve la suerte de encontrar allí a mi grupo de amigas (que sigue siéndolo, por cierto), lo que supuso para mí, además de un puerto seguro en el mar bravío de la adolescencia, una fuente de socialización muy valiosa. Al igual que lo fue mi madre, cuya inteligencia emocional innata suplió la falta de orientación o ayuda profesional que se daba en los ‘90 a la hora de criar a una niña “especialita” como yo, porque sí, amigos, en vuestra clase del ‘95 también había neurodivergentes, pero estábamos sin diagnosticar. Por otro lado, mi rendimiento académico siempre fue bueno, conocía a los profesores y ellos me conocían, sacaba sobresalientes sin esforzarme y me encantaba aprender cosas nuevas, así que en este aspecto no tenía dificultades (lo que aún no sabía es que aprender a esforzarse también es importante, claro…). El paso a otro centro para hacer Bachillerato ya debilitó un poco mi privilegiada red de seguridad y fue ligeramente complicado: entorno nuevo, pocos compañeros conocidos y profesores desconocidos; a la hora de estudiar la carrera se elevaron las apuestas: traslado diario a otra ciudad, ningún compañero conocido, necesidad de disciplina y esfuerzo para sacar buenas notas… demasiado complicado. Decidí entonces cambiar a un grado superior en mi ciudad y lo terminé pero, tras un par de años trabajando y afrontando ‘la vida adulta’ a tiempo completo, la red de seguridad ya no aguantó más y mi mundo se derrumbó. Fue en ese momento cuando acudí por primera vez al médico de cabecera por mi salud mental, éste me derivó a psiquiatría y me diagnosticaron depresión y ansiedad. A partir de ahí, mi vida transcurrió en un bucle en el que: encontraba un trabajo nuevo, lo desempeñaba con solvencia, me ascendían o promocionaban, tenía una crisis, me daban la baja por ansiedad-depresión-fobia social y medicación, cogía el alta, volvía al trabajo, pasados unos meses tenía una otra crisis y de nuevo estaba de baja pero, tras varias repeticiones del ciclo, ya no quería volver a ese trabajo, con lo que, una vez tenía el alta (parafraseando a la más grande), me encontraba de nuevo en el punto de partida. Y así fueron las cosas durante casi quince años hasta que, en una de las últimas crisis, acudí al centro de salud porque no había podido coger el tren para ir a trabajar, y la doctora de urgencias sugirió la posibilidad de que el origen de la ansiedad, la depresión y demás antecedentes, fuera alguna condición que no se había identificado hasta el momento, como por ejemplo, el autismo. Aquello me pilló totalmente por sorpresa porque, inconscientemente, relacionaba el autismo con el diagnóstico infantil (de hecho, no hacía mucho tiempo que se había dado en mi familia un caso de detección temprana), con lo que ni siquiera me planteaba que una autista pudiera llegar a adulta sin haber sido diagnosticada. Una vez en casa después de esa consulta, empecé a buscar información acerca del autismo, especialmente del diagnóstico en adultos y específicamente en mujeres, y descubrí que, no sólo era una circunstancia que se daba de forma habitual, si no que la experiencia de muchas de esas mujeres era muy parecida a la mía porque, en muchos casos, teníamos en común la forma de entender el mundo y de relacionarnos con él. Caí en la cuenta de que muchas cosas que yo creía ‘normales’ no parecían serlo tanto y, a la vez, descubrí que había más personas a las que les atormentaban las mismas cosas ‘normales’ que a mí. Tras esta revelación inicial me urgía saber si realmente éste era mi caso, pero la doctora que había iluminado mi camino me había advertido de que el proceso en la Seguridad Social tardaría en iniciarse, y yo no soy precisamente paciente, así que comencé una intensiva búsqueda de profesionales y centros especializados en este tipo de perfiles que pudieran ayudarme a encontrar cuanto antes las respuestas que necesitaba. Y así, después de varias sesiones a lo largo de dos meses, fue como llegó mi último diagnóstico oficial: TEA-1 + ACI. En tu caso, tu diagnóstico de autismo es bastante reciente, ¿cómo describirías la situación a la que te estás enfrentando actualmente a raíz de recibir tu diagnóstico oficial? La verdad es que, para mí, es una situación ambivalente. Por un lado, está el alivio de entenderme un poco mejor, de ver cómo empiezan a encajar ciertas cosas a las que nunca había encontrado sentido, de comprobar que hay más personas en mi equipo y, por otro, el vértigo, en ocasiones inmenso, que da una nueva perspectiva vital. A partir del diagnóstico, mi marco de referencia cambió, volví a revisitar mi pasado con otros ojos, evalué mi presente desde otro punto de vista y también se han modificado mis expectativas para el futuro. Está suponiendo un gran avance en mi autoconocimiento y, aunque inevitablemente aparecen nuevas dudas, incertidumbres e inconvenientes, creo que, en un balance general, el crecimiento personal siempre merece la pena. ¿Qué recomendarías a otras personas que estén atravesando una situación similar a la que tú pasaste antes de recibir tu diagnóstico? Les diría que, si están en una situación similar a la mía, no se queden en un primer diagnóstico, que investiguen, que busquen otras opiniones profesionales, que hablen con familia y amigos en busca de apoyo, que escuchen las experiencias de la comunidad neurodivergente, que se escuchen a sí mismos y, sobre todo, que no se resignen a sobrevivir en el bucle. Y, ¿una vez recibido el diagnóstico oficialmente? Creo que, en un primer momento, es importante centrarse en lo intrínsecamente positivo del proceso diagnóstico: conocerse mejor, ayuda a vivir mejor. No se trata de reducirse a una, o a una serie, de etiquetas pero, ya que resultan ineludibles (qué sería de nosotros sin la categorización), creo que siempre es preferible que trabajemos con las más apropiadas a la hora de entendernos y explicarnos a nosotros mismos. Además les recomendaría que, ya que es inevitable buscar toda la información posible acerca del diagnóstico, procuren mantenerse alejados de estereotipos, prejuicios y paradigmas obsoletos. Es cierto que, en la era de internet, esto no siempre es tarea fácil pero, prestando un poco de atención, no les costará mucho tiempo aprender a identificar a los profesionales actualizados, a las comunidades constructivas y a las personas de su entorno que les ayudarán a seguir avanzando. ¿Te ha ayudado a ti y/o tu familia el encontrar información online sobre neurodivergencias? Como comentaba antes, para mí, ha sido fundamental. Tanto antes del diagnóstico, para mostrarme una realidad que desconocía completamente (aunque fuera la mía), como después, para seguir aprendiendo acerca del espectro, y de mí misma, y conociendo a más gente con experiencias similares ¿Qué te gustaría conseguir compartiendo tu testimonio? Me gustaría devolver a la comunidad, de alguna forma, algo de lo que me ha dado. Quizá alguien lea este testimonio y, como me pasó a mí, empiece a unir los puntos que acaben señalando el camino de salida del laberinto. ¿Crees que la difusión de contenido y desarrollo de este tipo de proyectos es importante para promover la neurodiversidad y el bienestar socioemocional de personas neurodivergentes? ¿Por qué? Creo que proyectos como éste son esenciales y muy enriquecedores para las personas neurodivergentes y para la sociedad en su conjunto. En mi opinión, es importante vertebrar, expandir y dar voz a la comunidad neurodivergente desde los diferentes perfiles que integran la propia comunidad, tal y como se hace en #FórmulaInclusión con #HistoriasQueUnen, consiguiendo un proyecto que se mantiene pegado a la realidad de sus miembros, validando su experiencia y cumpliendo el objetivo de mostrar referentes auténticos y diversos, tanto a los próximos integrantes, como a la sociedad de la que, al fin y al cabo, todos formamos parte. ¿Alguna otra información relacionada con la neurodiversidad o neurodivergencias que te gustaría incluir en esta entrevista? Me gustaría señalar que, al respecto de la doble excepcionalidad, en mi caso autismo + ACI, por lo que he ido viendo, parece haber todavía mucho debate, ya no sólo en cuanto a cómo interaccionan ambas condiciones, si no en cuanto a si realmente se puede hablar de esa doble condición como tal, así que aprovecho este espacio para animar, y agradecer, a quien pueda tener documentación de cualquier tipo al respecto, a compartirla por aquí.
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AutoraRocío Manzanera Archivos
Mayo 2024
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