Breve introducciónLa familia que empezamos mi marido y yo, se empezó a completar al emigrar a Alemania desde nuestra querida Alicante. No partimos solos; de allí nos llevábamos tres gatos, un perro de 50 kilos y yo me vine embarazada de gemelos. Dos meses después de nuestra llegada a Alemania, mi embarazo se complicó y perdimos a uno de los bebés, él era un niño, al que no tuve fuerzas a poner nombre, solo es mi ángel. Su hermana, mi pequeña guerrera que hoy tiene 10 años y es autista. Cinco años más tarde, mi otra hija, quien es neurotípica, completó nuestra familia. Mi muñequita y mi guerrera. Mis dos personas favoritas. Fue un viaje desafiante; mi pequeña guerrera luchó con todas sus fuerzas contra los retos que le puso su nacimiento prematuro. La acompañé en esos duros meses, aterrada de que no lo consiguiera. Pero no solo lo consiguió, sino que nos dio muchas lecciones de vida. Ella nos enseñó a nunca rendirnos. Su fuerza me dio coraje para enfrentar el duelo de su hermano y la soledad lejos de nuestro hogar: España. Mi guerrera también llegó para enseñarnos sobre el espectro autista. Su diagnóstico nos ayudó a comprender a su padre de una manera que antes no habíamos logrado. Descubrimos que no estaba roto, ni había nada malo en sus rarezas. Ser autista no es una enfermedad; el problema es no comprenderse a uno mismo, las emociones, los comportamientos diferentes y la ansiedad que supone no comprender el motivo. A veces, como una familia mixta de neurodiversidad, con papá e hija autistas y mamá e hija neurotípica, enfrentamos desafíos. Nuestros cerebros tienen enfoques opuestos en intereses, rigidez, flexibilidad y manejo de emociones. A pesar de ello, creo que somos una familia divertida, abordamos juntos las dificultades cotidianas con humor y resolvemos como mejor podemos las situaciones que surgen en el día a día. ¿Cómo y cuándo recibió tu hija un diagnóstico de autismo? ¿Surgió alguna dificultad para conseguir el diagnóstico?El diagnóstico de autismo/TEA de mi hija se produjo después de un largo proceso que voy a intentar resumir como mejor pueda. Signos y problemas desde su nacimiento hasta los tres años Ella, desde bebé, mostró signos de ansiedad para dormir, hiperactividad motora y muchas dificultades en el desarrollo motor. Al principio lo atribuímos todo a su prematuridad extrema. A los 3 años, empezamos a notar problemas más evidentes. Pero de nuevo, su prematuridad hizo que se pasaran por alto. A los 5 años, nos preocupaba la interacción social con sus compañeros de la misma edad. A ella no le faltaban ganas pero sí habilidad para hacerlo de una forma efectiva. A esto le acompañaban no pocas crisis de ansiedad a los que ningún profesional supo dar respuesta y los problemas conductuales, que ahora sabemos que no son más que meltdowns. “Es posible que pueda ser TDAH” El proceso diagnóstico comenzó en el Hospital de Especialidades Pediátricas, donde se llevaron a cabo una serie de pruebas basadas en los criterios clínicos del DSM-5, un manual médico que define los trastornos psiquiátricos. Además, se hicieron evaluaciones médicas por las autoridades educativas estatales para obtener primero clases de integración en la guardería, y más adelante acceso a una escuela de educación especial. Estas evaluaciones detallaron sus significativas dificultades cognitivas, de aprendizaje y emocionales, así como su hipersensibilidad sensorial. Se identificaron problemas en el trabajo de memoria, baja tolerancia a la frustración, trastornos en el desarrollo motor ,dificultades de expresión facial, limitación en la comprensión del lenguaje no verbal y la presencia de impulsividad con dificultades en el control de los impulsos. Aún así, no nos llegan a ofrecer un diagnóstico concluyente y el hospital infantil nos deriva al psiquiatra para que pudiera hacer un diagnóstico más certero. Sin embargo, cuando llevaba esos informes a los psiquiatras, su enfoque divergía hacia otra dirección, generando confusión y contradicciones en el camino del diagnóstico. Nos decía cosas como “Es posible que pueda ser TDAH” o “Tu hija tiene un TDAH ligero”... ¿Ligero? La psiquiatra con la que comenzamos, una reputada psiquiatra de la ciudad, ignorando la ciencia médica, comienza a tratar los problemas con psicoanálisis. Incluso nos llegó a recomendar hacer sesiones de hipnosis. Sus explicaciones, sus “respuestas”, no abarcaban todas sus dificultades ni la forma única de mi hija de procesar la información. A pesar de ello, nos ofreció medicación para el TDAH. Medicación con la que no vimos mejoras significativas, más bien producían el efecto contrario. Seguimos sin respuestas. Buscamos una nueva psiquiatra. “Terapia del juego profundo” era su método de intervención y diagnóstico. No teníamos ni idea de qué era eso, pero algo me decía que no estaba bien... Después de varias sesiones nos dimos cuenta que seguía usando la magufada del psicoanálisis. Lógicamente no daba solución a sus crisis, sus problemas. Ninguna respuesta, ninguna solución, ni pautas. Todo se reducía a jugar con ella con los Playmobils para “descubrir traumas ocultos”, o vaya usted a saber qué… Hasta ahora ninguno de estos psiquiatras trataron de identificar la causa subyacente. Parecían querer ofrecer respuestas, pero la realidad es que no nos ofrecieron ninguna. Eso sí, bonitas palabras, sonrisas y un “firme aquí” para cobrar por el seguro médico la sesión. Diagnóstico clínico en Alemania Como hasta ahora no habíamos tenido suerte con psiquiatras privados, buscamos esta vez en un departamento psiquiátrico de un hospital clínico universitario. Después de una sesión de apenas una hora, relaciona sus síntomas con “falta de cariño materno” y “problemas emocionales”. Luego descubrí que a eso se le llamaba “madre nevera”. Su informe descarta síndrome de Asperger y nos “tranquiliza” diciendo que no nos preocupemos, “vuestra hija no tiene autismo. Deberías estar muy contenta, ya que es una enfermedad muy grave”. Qué bien. Mi hija no tiene esa enfermedad tan terrible y la causa de sus problemas es que no la quiero. Demos un aplauso a este doctor. Diagnóstico clínico en España Hasta el momento, los profesionales con los que me encontré eran psicoanalistas que atribuían los desafíos de mi hija a una supuesta falta de afecto materno o a supuestos traumas ocultos que se originaron durante el embarazo. Aunque reconocían todas sus dificultades, continuaban manteniendo las sospechas de TDAH, aún sin realizar un diagnóstico diferencial, como indica la ciencia médica. Mi búsqueda nos hace volver la cabeza a España. Si no hemos conseguido nada en Alemania, tal vez sea el momento de intentar encontrar respuestas en nuestro idioma materno. Buscando esta vez sí, un diagnóstico basado en evidencia y mirando con lupa el currículum de los profesionales a quienes consultábamos. Casi me tocó hacer un master en psiquiatría pediátrica para conseguir identificar a los profesionales adecuados. Y fue a través de las redes sociales que encontré a un profesional que comprendía el espectro autista de manera integral y diferenciada. Varias sesiones y finalmente un vuelo a España para realizar el diagnóstico clínico. En él se descartó TDAH y se diagnosticó TEA nivel 2. Lo más llamativo de este proceso, es que durante el mismo empezamos a conocer estrategias que habíamos aprendido a base de prueba y error: Planificación de las tareas, reconocimiento visual de sus emociones, juegos de rol para hacerle entender ciertas reglas sociales. ¿Te ha ayudado a ti y/o tu familia el encontrar información sobre |
Flora Infraganti, orientadora educativa de profesión. Viene a contarnos como desde bien pequeña se ha sentido diferente al resto, pero nunca encontraba la razón. Recibió su diagnóstico en sus 20s. A través de su testimonio nos transmitirá la importancia de realizar cambios en la sociedad para que las personas autistas puedan contar con las mismas oportunidades que el resto. |
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Autora
Rocío Manzanera
Psicóloga & Neuroinclusion Coach.
🗣️Neuroinclusión, Autismo, CEA, TEA, TDAH, Neurodiversidad
🩷 Se me pasa la vida observando animales 🐈⬛🐦 y disfrutando del mar ⛵️.
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